Placeres culpables: Alejandro Magno

by - marzo 23, 2016



No os voy a engañar. Iba a aprovechar la Semana Santa, que en España es una fiesta religiosa en gran parte del país, para escribir un post acerca del cine religioso y derivados, imaginé que eso me iba a dar visitas. No obstante, y aunque hay tema para hacer un post y unos cuantos más, me pareció demasiado típico, y aunque me he aprovechado en otros momentos de actualidad cinéfila para escribir entradas, en esta ocasión he decidido hacerme el original y no tratar un tema típico por estas fechas, ya habrá tiempo.
He decidido inaugurar una sección en la que hablaré de películas que me encantan o que me han marcado, y que la mayoría de la gente odia. Creédme, tengo unas cuantas que sorprenderían a cualquier cinéfilo, y hoy escribiré acerca de una de mis obras más especiales que he tenido el placer -culpable- de disfrutar en una sala de cine: la denostada Alejandro Magno (2004) dirigida por el maestro Oliver Stone.



Para quien no sepa de que va la película, aunque me resulta un poco inconcebible basándose en la vida del famoso personaje histórico, dejo un pequeño resumen:

A los 33 años Alejandro, hijo del rey Filipo de Macedonia y de Olimpia, ya gobernaba más de la mitad del mundo conocido. De joven accedió al trono de su padre asesinado para gobernar y derrotar a Persia, que estaba a las puertas del mundo griego. Después de unificar a toda Grecia bajo la bandera de Macedonia, se lanzó a la conquista del Imperio Persa, y más lejos de lo que cualquier hombre jamás llegó, con la idea de unir todo el mundo conocido bajo una misma cultura y bajo un mismo rey: el helenismo.

El año de su estreno, allá por el lejano enero de 2005, acudí al cine de mi pueblo con dos amigos más a ver la película. A la salida del cine salimos bastante impactados por lo que acabábamos de ver. No es la típica película de aventuras al uso. Y también el año en que se estrenó sufrió tal avalancha de críticas negativas que la convirtieron casi al momento en una mala película a ojos de la mayoría. Para mi es una gran obra incomprendida y voy a dar los argumentos, no soltaré una afirmación y me quedaré tan pancho.

La película está protagonizada por el actor irlandés Colin Farrell en el papel del conquistador macedonio, teñido de rubio o con peluquín, a saber. En el papel de los progenitores tenemos a Val Kilmer como Filipo II y a una envejecida Angelina Jolie como su madre Olimpia. Por ahí desfilan Anthony Hopkins, Chistopher Plummer, Jared Leto (ahora famoso por ser el próximo Joker en Escuadrón suicida) o Jonahtan Rhys-Meyers; los fanáticos de Juego de tronos encontrarán al actor que encarnó al Perro en la serie, Rory McCann. Su director, como he dicho no es otro que Oliver Stone. Director que años atrás fue uno de los mejores y de los que más crudamente retrató la sociedad americana en películas que son obras maestras ya del séptimo arte: Nacido el 4 de Julio (1988), Platoon (1986), JFK (1991) o Wall Street (1987), por citar algunas. Sus obras no suelen dejar indiferente a nadie, prueba es que casi siempre los estrenos de sus películas venían acompañados de polémica, y este caso no fue una excepción como comentaré más adelante. Aquí se atreve con el género histórico, y de que manera. 


Para contextualizar un poco la película, hay que recordar que en el 2004 ya vivíamos un resurgir del cine épico o también conocido como el "péplum", que puso de moda Ridley Scott en el año 2000 con su Gladiator (peli que también adoro). A partir de ese momento se estrenaron películas que siguieron la estela, ya fuera a modo de obras históricas o rescatando ese espíritu de epicidad. Los casos más famosos de aquellos años son los de la trilogía inicial de El señor de los anillos (2001-20003), El reino de los cielos (2005), Troya (2004) o El rey arturo (2004). Recuerdo que esos años me harté de ir al cine a disfrutar de ese tipo de películas, era un fan. Me gustaba ver en pantalla historias reales -o no- protagonizadas por hombres buenos y que contaban con grandes batallas en pantalla, flipaba pepinillos. Pues es en esta época cuando Oliver Stone se animó a rescatar la historia del famoso personaje histórico. Por aquel entonces se rumoreaba que el director Baz Luhrman (Mouling Rouge o Australia) estaba preparando una versión paralela con Leo DiCaprio como Alejandro Magno. Supongo que tras ver la taquilla mundial que hizo la versión de Oliver Stone, cambió de idea. 

La película estrenada en cines es la versión recortada de 3 horas y media largas. Pulula por ahí una versión más larga y con un montaje diferente, que es realmente la visión que Oliver Stone tenía de la película, o bastante más parecida que la que se estrenó en pantalla grande, y tuve el placer de verla también. Debo decir que mejora substancialmente la que se pudo ver en el cine.


Tras esta larga introducción, pasemos a comentar la película. Está narrada como una historia, es decir, Ptolomeo (personaje interpretado por Anthony Hopkins) narra la vida del que fuera su amigo y rey Alejandro Magno, una corta vida que acabó a los 33 años. Contada a modo de flashback, y que de vez en cuando salta al presente de la película, la Alejandría helénica, se suceden los hechos seleccionados por Stone como los más importantes en la vida de Alejandro para describir la difícil personalidad del rey macedonio, a ojo de uno de sus allegados. Vemos capítulos como su infancia en palacio, su educación con el filósofo griego Aristóteles, la muerte de su padre Filipo, dos de las batallas que marcaron el inicio y el declive de su reinado, su boda con Roxana, la espectacular entrada a Babilonia, la muerte de su amante Hefestión, etc. Si, habéis leído bien: amante. Una película de Hollywood que retrata con cierta fidelidad lo que se conoce de Alejandro: su bisexualidad. Puede que sea la parte más aburrida y sosa de la película incluso, pero fue la más polémica. La forma en la que se mostraba en la película llevó a prohibir su estreno en algunos países un poco cerraditos de mente. Dejo aquí un interesante artículo escrito por el asesor histórico de la película. 


La epicidad para mi se respira por los cuatro costados en esta película. Ya sea en las batallas que se muestran, tan distintas una de la otra, en los discursos del rey a sus hombres, en su periplo por Asia, en todo. En los momentos de intimidad con su madre incluso, se respira esa trascendencia. Personalmente pienso que es una de las películas que mejor consigue transmitir esa sensación de ser consciente de mostrar algo histórico, algo que ha tenido una importancia en la historia de la humanidad, y no como otras que sólo lo inflan. Los planos de Oliver Stone son preciosos. Me vienen a la memoria la secuencia en la que Alejandro de niño doma a su caballo Bucéfalo, con la hermosa música del griego Vangelis de fondo. Si, señoras y señores, el compositor de la mítica sinfonía de Carros de Fuego o Blade Runner es el autor de la banda sonora de esta película, una delícia escucharla. El momento en el que Alejandro rompe la formación persa con su caballería en la batalla de Gaugamela con la música de Vangelis sonando es tremenda. Tiene momentos inspiradores. El discurso de Alejandro a sus hombres durante el motín en Asia es de los de poner la piel de gallina. 

Cierto es que el ritmo es irregular, y que cuenta con momentos más interesantes que otros, pero los momentos buenos de la película superan con creces a la basura digital que fue Troya o a la sosería de El reino de los cielos (mucho mejor la versión extendida). Si de alguna cosa no se puede tachar a Alejandro Magno es de frívola. Destripar la personalidad de un personaje, valga la redundancia, tan complicado de entender para nosotros como fue Alejandro Magno requería de una interpretación difícil. Tal vez estuviera sobreactuado, tal vez el físico no diera el pego, pero lo que no se puede tachar es de que Colin Farrell no estaba entregado al papel. Es mejor actor de lo que se dijo en su momento, todas las críticas fueron injustas, salvo las dirigidas a su peinado. Los momentos de locura del personaje, en los que llega a asesinar a amigos suyos, las miradas de complicidad con su amado Hefestión o cuando se siente pérdido por no saber cómo continuar, creo que en esos momentos hay más interpretación que en todo el papel que hace Orlando Bloom para El reino de los cielos o Clive Owen en El rey arturo, sin desprestigiar su calidad como intérpretes. Val Kilmer está genial como Filipo, aunque irreconocible. La más floja del elenco y con diferencia es una desubicada Angelina Jolie. Lo que hubiera dado de sí esta película con una actriz de la talla de Sharon Stone. Supongo que el marketing tiraba más, pero desde luego es arriesgado escoger a una actriz tan sólo un año más mayor que Farrell en la vida real para interpretar a su madre. 


Las dos batallas de la película, son tan diferentes como PP y Podemos. La primera es la de Gaugamela, donde respiramos el polvo del desierto, todo son grandes planos aéreos a vista de águila, literalmente. Vemos las formaciones de los dos ejércitos que se van a enfrentar en los distintos flancos. Vemos a los hombres a plena luz del sol, a cielo descubierto, todo es claro salvo por el detalle realista del polvo flotando, pero hay espectacularidad. Esta batalla marcó el inicio de la conquista de Asia y el declive del Imperio Persa. La música de Vangelis es contundente y alegre, viva, transmite emoción y epicidad. A partir de aquí Alejandro inicia su periplo por Asia, tras entrar en la capital persa, Babilonia, otro de los momentos más espectaculares de la película, donde los decorados lucen de maravilla.

La segunda batalla es la del río Indo, en la India, casi al final de su viaje. Aquí la batalla transcurre en la selva y es caótica, no hay un frente claro, los hombres están pérdidos y no saben bien de donde viene el peligro, todo es confuso. La música es más agobiante y la atmósfera queda mostrada perfectamente, todo es locura y caos. En esta batalla Alejandro es herido y sus hombres reaccionan para ganar la batalla y salvar a su rey. Hay un detalle muy inteligente que refuerza aún más la desorientación y la locura de esta batalla: en el momento en que Alejandro es herido, la batalla vira al rojo, es decir, todo se tiñe de tonos rosáceos y sangrientos. Llegué a pensar durante la proyección que era un error de la película, pero no, Oliver Stone se atreve a cosas así. Desde este momento, Alejandro decide emprender el camino de regreso a Macedonia. 


Entre una batalla y otra, vemos la espectacular evolución de Colin Farrell, desde la ilusión por cambiar el mundo, a la decepción de saber que ese sueño es imposible y debe conformarse con algo más pequeño. 
Tan sólo por estos dos momentos, merece la pena verla. Los otros instantes están tan llenos de épica e intensidad en su mayoría como las batallas: el rechazo de Filipo a Alejandro, la última conversación entre Olimpia y Alejandro, las traiciones de sus generales y así. La película parece estar narrada a modo de recopilatorio de momentos en la vida de Alejandro. Y va saltando de forma desordenada en estos momentos para remarcarlos. Y al final, para todo aquel que no sepa como acaba, Alejandro murió, y nos dejó su legado, un gran legado que aún hoy perdura. Buscad helenismo en San Google y veréis. Cambió el mundo y esta película le rinde tributo. 


Personalmente, entiendo en parte el rechazo a la película. No es la típica de visionado fácil, te pide estar atento, no todo son efectos especiales, hay historia, hay personajes y hay momentos más intensos que otros, como en la vida. Muchas veces en las películas se inflan momentos porque sí, y sobretodo en las históricas, y en este caso hay momentos más o menos interesantes en la vida de los seres humanos, por mucho rey del mundo que seas a los 33 años. 

Me ha quedado un texto bastante largo, pero es que había tanto para decir, tanto para quejarse, tanto para comentar, que quería explayarme. Estamos de vacaciones, tenéis tiempo para leer, así que aprovechadlo. Si aún no la habéis visto, dadle una oportunidad, y si ya la habéis visto, tal vez no la mirastéis como debíais. Esto no es epicidad gratuíta, aquí hay emoción, sentimientos e intensidad. 

Tal vez con los años, como ha pasado con otras películas, se le dé el valor que realmente tiene dentro del renacimiento moderno del "péplum". Por ahí ya he ido leyendo algunos comentarios en los que se pretende rescatar a la película. En mi caso, dejo mi granito de arena, a mi me cambió la vida verla, desde entonces es una de mis must. Feliz semana.

XOXO SoldieRyan

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